Amigas y amigos, de entrada, el título: “Miedo
a la libertad, miedo a la felicidad”, parce poco menos que paradójico, a primera
vista es un contrasentido pensar que alguien pueda sentir semejante tipo de
miedo, e incluso, sería más lógico pensar que el miedo a la libertad y a la
felicidad sencillamente no pueden existir, empero, si esto fuera así de simple,
entonces cabria preguntarse, ¿por qué tantos pueblos a lo largo de la historia
se han sometido dócilmente a la voluntad de un dictador, algunas veces por
años?, ¿por qué hay mujeres que se resignan a los golpes físicos y psicológicos
de su pareja?, ¿por qué hay jóvenes adultos con potencialidades y posibilidades
económicas de abandonar el hogar
paterno, y no lo hacen?, ¿por qué hay empleados que se someten al puño de
hierro de su empleador y no luchan por la auténtica justicia laboral?, ¿por qué
hay personas que pasaron toda una vida trabajando en algo que nunca les gustó?,
¿por qué muchos no se atreven a emprender y allanar el camino de la
independencia económica a pesar de sus talentos?, ¿por qué muchos solo sueñan y
nunca hacen realidad sus sueños?
Salvo casos excepcionales, la gente no abandona
su "estado de esclavitud voluntaria" por una razón:
MIEDO A LA LIBERTAD, MIEDO
A LA FELICIDAD.
Según Erich Fromm, psicólogo social y padre del
psicoanálisis humanista, el individuo sometido a un poder autoritario (a veces
auto-autoritario), se acomoda consciente o inconscientemente a una
"libertad negativa" donde prefiere sufrir los rigores del
sometimiento y la humillación (lo que al menos le proporciona cierta
estabilidad) a tener que arriesgarse a perder lo que tiene, por rebelarse en
contra de su verdugo (algunas veces lo es él o ella misma), sabiendo además que
el camino a la "libertad positiva" y a la emancipación estará lleno
obstáculos, problemas y contratiempo. Ante este panorama poco alentador, prefiere seguir
viviendo en su zona de confort a cambio de su libertad y felicidad.
Hoy, aquí y ahora mismo, es momento para
liberarnos del miedo que hemos heredado, San Juan Pablo II decía: despierta y reacciona.
Hasta una nueva entrega, se les quiere mucho.
JAM